mario horacio

Meditaciones

Soy tan viejo y tan niño como el sol de la aurora.
Un desterrado ángel, espíritu perdido.
Como un pozo profundo, que su interior ignora,
Yo me busco en la sombras que la noche ha traído.

En mí vengan los dioses el favor que se implora.
De mí cuelgan presagios y este ansia de olvido.
Yo ardo en la hoguera del ayer sin ahora.
Un herético rayo sobre mi ha caído.

Peregrino del alba, pecador desvelado,
Se dormirán mis sueños, despertará mi anhelo.
La soledad aguarda donde habré llegado.

La oscuridad, las sombras, serán todo el legado.
No serán menos ciertas que aquel falso consuelo.
La eternidad que espero solo es cielo estrellado...