Eugenio Sánchez

El ALBAÑIL

 Ahí viene el albañil

Con su mochila en la mano

con su caminar pausado

con su sombrío mira.

 

Aunque muchos lo menosprecien

por su aspecto descuidado

no  reconocer siquiera

que si no fuera por él

quien haría una casita,

desde una  humilde  choza

hasta el más fino chalet

y los grandes rascacielos

no existieran también.

 

 Es diestro con la paleta,

con el frotacho  ni hablar,

con la escuadra y el nivel,

 con la lampa y  la barreta,

con la plancha y la plomada

el badilejo también.

 

Son sus fieles instrumentos

que carga con mucho celo

pues ellos le dan la vida

brindándoles la comida

que ha su hogar ha de llevar. 

 

En su chamba con esmero

el trabaja muy contento

para llevar alimento

con sus músculos de acero.

 

Aunque tenga mala facha,

aunque de verbo  grosero,

es galán empedernido

cuando mira a una chica

luciendo sus lindas curvas,

arremetes con empeño

con piropos so tan santos

y aunque le respondan mal

ante tales groserías

para  le da igual

siempre terco, mal criado

porque quiere ser su dueño,

aun que sólo sea un sueño

se saborea con ella,

al mirar a la doncella

que se aleja, que se aleja

y a tu corazón le deja

palpitando de emoción.

 

Al terminar la faena,

vuelve a casa el albañil

cansado llega a dormir

esa es su rutina diaria.

 

Cuando los años  corroan

su  espalda adolorida

y sus huesos otoñales

y sus músculos que fueron

como tendones de acero

ya  serán sólo remedo

de aquel silencioso obrero.

 

Castigado por el tiempo,

te arrastrarán a la tumba,

a tu  refugio infinito

donde tu cansado huesos

reposarán para siempre.

 

Por eso cuando tú mires

en el cielo algún candil

con luz de aurora y rubíes

es  alma del albañil .