Blas Roa

Inmaculada locura

De purísima y de manantial

de sal, cabello de oro.

Con las manos entrelazadas

para darle una frazada 

a los necios del madrigal.

 

A la luz de tu mirada

¿Quién fuera oscuridad?

para dejar alumbrarse,

descubrirse y untarse

de tu voz encantada.

 

Y ya pasó mucho tiempo,

reclamo por mis cuitas.

Mi desdicha tu la calmas,

la mermas y la guardas

para refinarla en el viento.

 

A tres/ cuartos de tu vals,

y el bolero de Ravel.

La métrica de tu nombre

y un sol que nos asombre

viéndonos cada vez más.

 

Y finalizo para comenzar

este romance sin techo.

Un manjar para los dioses,

letargo de cinco para las doce

y volvemos a empezar.

 

Blas Roa