RICARDO ALVAREZ

CUERPOS SEDIENTOS - de AZUL INTENSO

Vienes a mí a la hora decisiva.

Devorando trecho y camino,

con marcha de diosa tierra gigante,

andariega como rueda tenaz hiladora,

tejiendo la trama precisa en mi vena de latido y cuello.

Tan altiva va tu mano clara

en mensaje de oráculo a míos oídos próximos

Acercándote con el sol adherido y toda tu piel indescifrable.

Erizándome hasta los poros tapados con voz aguda, y

 tono grave de acorde,

como violín ronco en una mañana de invierno

con tus pies sonando como laúd medieval mimado,

Acariciando el suspiro como nota...

Es cuando parece...

que mis manos se alargan por la tarde, y

 se encogen por la noche,

entre el silencio y tu cuerpo cálido adosado..

Tu roce celestial,

tan carnal como la manzana madura caída del árbol sangrante

Oliendo al durazno con el pelón rociado en la piel

y tu boca de costanera y panorama

pasea mi cuello deshojado y ya vencido

al acto natural de tu paso oliendo a rosa viva

Mi boca, boca mia, carcelera de tu beso y

mi cuerpo extendido por milagro

prisionero de tu instante cercano,

Intimo, de fusión e impulso gemelo,

con los sexos eslabonados, ambiguos y necesitados.

Tu derroche de sudor devorado,

   tan dentro que no lo distingo de mis entrañas

Tan dentro que es la sombra de mis huesos

                         Tan traspasable como el aire disuelto merodeando tu boca,

mi alma penetrable a tu alma de mujer y pura lascivia.

Bárbara voz del adentro tuyo y mío.

Lago de germen y génesis del adentro, y

 en el externo paladar de catadores

Degustamos el fruto prohibido y tentador

con hambre insaciable embelesado. .

Vienes a mi cuerpo con tanto arsenal de ternura

Que una fracción que te distraiga me queda el vacío de un fruto calado

Sé, amor mío, que tu intento es benigno,

ocurre que traes tanta acuarela clavado en los ojos,

que la luna se me desparrama entre las mejillas.