Rafael Merida Cruz-Lascano

Rafael Merida, gana en Venezuela el TURPIAL DE PLATA

 

AMOR IDÍLICO.
MACARIA Y YO



OH. Bendecidme señor de los amplios montes, pues me siento un rey persa o quizás un dios Espartaco, un Epónimo que recién vuelvo de feroz batalla, y que me esperan, para entregarme de premio, un vellocino de oro, aunque a decir verdad nunca fui a una guerra real, y mucho menos en Cólquida, sino que era solamente mi sueño. Pero me siento muy confundido y hace que mi mente se ponga a vagar por diversas partes de la tierra.

Allá detrás de las montanas, en donde se divisan altas llanuras he encontrado a la diosa de mis reinados, la que aprisiona mis sentidos y con la que quiero –Señor, si me lo permites— llegar a una feliz vejez.

Después de encontrarla bañándose desnuda no es posible sacarla de mis pensamientos y confundido como que si fuera la revolución que dirigió Anicetes y que al tiempo provocó desaparecieran las guarniciones romanas. Me disfrazaré de pastor e iré a escudriñar esos lares para declararle lo que siento: así:

¡Oh! Mujer hermosa nutricia pura de la tierra verde,

vestido corto y botas de cazadora,

más bella que el sol, la luna y la aurora

hermosa arrebatadoramente, sin enlerde

de anchos y rosados pechos…

mi dulce joya, de inocencia están hechos.



Eres una diosa de las cavernas, las montañas, murallas y mi fortaleza;

Eres mis flores, plantas, árboles, pájaros y animales;

Mi norte, mi sur, mi oriente y poniente… mis puntos cardinales;

Eres mi luz, mi resplandor, mi relámpago y llama, diosa de la naturaleza;

Origen del cosmos y del linaje de los dioses de la homérica tradición,

diosa de la Tierra, manifestación espiritual de toda la creación.



Ella me trastorna con su mirada

majestuosa y solemne realidad,

la profecía, augurio y la verdad

diosa del rebano y la manada;

Representación de la casa, el patio, la matriz, la cueva.

arboleda sagrada y longeva.



Traviesos espíritus de los bosques, mi camino

tú eres mi manantial curativo

dulce unión de mi amor cautivo,

a menudo me hacen experimentar el éxtasis divino.

Bajo de su grandioso templo yo la vi, ella me vio,

los dos nos miramos y ¡Cupido cumplió!



Ya no me siento de confundido pero invoco a Hera para que presida, los correctos preparativos de nuestro planificado matrimonio y sentirme como Heracles en el palacio del rey Tespio, que tuvo muchísimos hijos durante el tiempo que duró la cacería del “león de Citerón” .

Por la que llenaron de cuidados en su infancia y niñez, y la que yo ubico entre las estrellas, sólo puedo decir…

Yo amó intensamente a mi hermosísima Macaria.-



Dr.. Rafael Mérida Cruz-Lascano

 

“Hombre de Maíz”  2009

Turpial de Oro  2009

Turpial de Plata 2009

Poeta Iberoamericano  2010

Turpial de Plata  Febrero2011