jonan eduardo

Felicidad

Sonríe la bella flor

En lo profundo de mi susceptible soñar,

Llamando a su despedida inconsciente

Para proclamar este adiós primaveral.


 Y amaneció el alma observando sutilmente

A la envoltura de su composición superficial:

Se desplegaba los parpados por tu indeleble rayo,

Lo terrenal sintió pisar las tenues nubes,

El ejecutor del escrito al fin lentamente toco la esencia  del cálido aire,

Los hilos apuntando siempre al encantador destello

Donde se hervía apasionadamente la escarlata piel,

Liberando alegría entre carnosos labios

Y la blancura expresión del alentador,

Comenzando  todos a meditar en un solo ser

Que se contentaban sin cesar.


Guiado por el viento estremecedor,

Cuyos ojos satisfacían la armonía de su corazón

Hasta el polen era su pelo de motivación,

Pero el inalcanzable sonreír brota en el dulzor angelical

Que alcanza la paz interior de su nacer.

Porque tan solo sentirlo, verlo…

El día se aclara con el cielo,

El anochecer juega entre las rocas de sus mareas,

En cuanto a los cosmos se abrazan

Para resplandecer el alegre vivir.