Alejandro José Diaz Valero

Cuando leo poesía...

Quién no ha leído poesía no puede saber de que les hablo, quien lo haya hecho seguramente sabrá que los poetas tienen en cada poema un cheque emitido, del cual endosan sus sentimientos y estados de ánimos, de manera mágica a ese lector ávido de poesía que recurre a él…Para revivir el escrito.


Un sinfín de emociones pasan por nuestras mentes cada vez que leemos algún poema. Su temática nos transporta por diferentes senderos y nos sumerge en la misma emoción del poeta…Sobre este tema tan lleno subjetividad, he accedido a la petición para realizar un poema fusionado con mi amiga del Portal DELICADA ABRIL, en tal sentido hemos mezclado nuestras estrofas sobre la misma temática para darle vida a este breve fusionado que hoy le damos rienda suelta para que salga a galopar los inmensos caminos de este portal. Allí se lo dejamos.


 
Cuando leo un alegre poema
el alma sin querer se me desgrana,
la tristeza de inmediato se doblega
y reviento en espontáneas carcajadas.


Cuando  leo  un risueño  poema

me lleno de  una  dulce ensoñación,

mi  mirada  muestra  alegría extrema

colmándome  inusitadamente  de  ilusión.


Cuando leo un poema triste
la congoja viene y me domina,
y aunque el alma se resiste
la tristeza con fuerza me intimida.


Cuando  leo un poema triste

inexplicablemente  comienzo  a llorar,

mi alma es lo más  sensible que existe

y  mi  corazón  tiende  a  exagerar.

 

Cuando leo un romántico poema
me confundo entre suspiros,
entonces la ternura me lleva
y de inmediato me inspiro.

 

Cuando leo un poema  muy  romántico

mi imaginación  revolotea dejándose  llevar,

A  un  mundo  maravillosamente   idílico

donde  solo  los  enamorados   saben  llegar.

 

Cuando hay en el verso, erotismo

Con letras que reflejan la pasión,

me siento como a orillas de un abismo

y me provoca lanzarme con furor.

 

Cuando  leo un poema  lleno  de  pasión

que  de  sus  letras  fluye  la  sensualidad,

mi cuerpo se estremece  lleno de exaltación

colmado de una inusitada  emotividad.


Cuando sencillamente un poema  leo
envuelto en la inefable y noble poesía,
con la emoción del  verso me recreo
Como el poeta mismo, tal vez lo haría.


Cuando  esas  letras leo finalmente

la magia queda  en mí, dulcemente  reflejada

 humedeciendo  mi  cuerpo  y  mi mente

dejando mi alma de placer anegada.

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