Bésame suavemente, ardientemente,
pero bésame, que el tiempo pasa,
que el tiempo es cruel y espanta,
que es renuente la noche en su partida,
y espera, sólo espera las mieles de tus labios.
Bésame, hazme sentir la locura apasionada
que despierta en tus ojos a la luna
y enciende el fulgor de las estrellas,
pinta de rojo mi boca con tu boca,
que yo beberé en los confines de tu cuerpo
el placer en remolinos de ternura.
Rescátame con tus besos, elévame,
que la nieve blanquea ya mi vida,
y el tiempo me deja sin salida.
Bésame otra vez y lloverán mis besos
por tus hombros, sentirás la calidez
de las hogueras,
el aroma que circula entre los bosques,
los soles del estío anaranjado.
Bésame otra vez que en tu vientre de duraznos
brotará la rendición sin lucha
y habremos de emerger de la agonía
en mariposas de colores tartamudos.
Bésame, guíame hasta el trigal
maduro de tus pechos
para saciar mi hambre de tus panes
y la sed de tus ríos subterráneos,
bésame que he de encontrar el sollozo
de tu rosa para morir locamente
entrando al paraíso iluminado.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.