Lizelizalde

El destino de ser flor.

El amor, la palabra más sobre valuada de la historia. Desde siempre me pregunté porque lo sera, quizás me lo pregunto porque también lo sobre valúo, y es que añoro dentro de mi conocer sus secretos.
Es la historia de una búsqueda eterna y contigua, sin descanso para muchos, que como yo, amamos los desafíos, sin saber mucho que significa amar.
Alguna vez pensé que conocerme a mi misma, era el camino para llegar a conocer a los demás, y conociendo al resto, solo se resumiría a saber manejar las diferencias y aceptar las igualdades.
Pero el hecho es que no son ni las diferencias ni las igualdades, ni las rutas que unen o separan, ni los años vividos ya o por venir los que me aquejan, son los desafíos que la vida me impone superar.
Desafíos que por más andar y por más ver la vida, nunca acaban y retomo en cada mañana para seguir con mi lucha y con mi insaciable fin de conocer, de ahondar en los misterios de las cosas, de la paz y del amor, y por qué no también de las guerras y las hojas, de las flores y los cielos, que siempre esconden un poco más de vida, un aporte más de sabiduría.
Como a las flores, todos las contemplan, pero quién las ama?, acaso aquel que de su tallo hace añicos para intentar perpetuar su belleza?.
A veces creo que estoy iluminada, y que una parte de lo que deseo al fin he descubierto, pero es verdad esa frase que anuncia que solo sabemos, que no sabemos nada. Y asi culmina mi excelsa teoría, al darme cuenta que teorizar solo es una forma de llevar la vida.
Y en el amor, hay miles de combinaciones, tantas como la naturaleza puede darnos, tantas como millones de pintores puedan imaginar, tantas como poetas sin musas, tantas como musas sin poeta, y tantas como poesías sin gloria y luz que alumbre sus letras.
Pienso tanto en los recuerdos, que maravilla son, que encanto tienen, y que difícil es hacerlos perdurar.
Tantos recuerdos como ojos abiertos, como pupilas brillando, como oídos atentos, y como sombras maduras que piensan que ya no pueden recordar.
Yo recuerdo muchas cosas, e imagino que no serán mis únicos recuerdos, pienso tanto en los minutos felices, que me animo a creer que puedo ser feliz, y que puedo tener mejores y más duraderos momentos.
Pero no se como calcar en mi piel los momentos, creo que soy débil, a veces me imagino empuñando una espada cual guerrero medieval y sacrificar mi todo por mi lucha y mi victoria, pero cómo hacer para pelear contra el tiempo.
Si una mirada durara lo que una vida, preferiría la vida para mirarte.
Para almacenar en mi recuerdo cada parte, cada detalle, cada momento, y convertirme asi en una historiadora del amor, en una científica de los sentidos, en sacerdote del cariño y profesar asi que el amor tiene real valor, y creer en el y su resurrección.
Cada paso en mi vida tiene sentido si me se amando, y mi corazón se hastía de dolor al sentirse no aprovechado, inconforme de no poder ejecutar su función, asi como el plan maestro de la creación lo ha dicho.
Y aquí me culpo de no ser quién para ayudarlo, de no tener herramientas tales para aportar a su función.
Después de todo, quién sabe lo que pasara mañana, qué tragedia o qué alegría nos espera, y qué recuerdo tendremos de este presente que se escabulle como el agua entre rocas que si pueden ser eternas, pero que deben como las flores resignar su libertad por ser amadas.
Quizás si pudieran decir lo que sienten, se sentirían insatisfechas como muchos de nosotros, por tener una vida plena, y quizás más larga que nosotros, pero no poder saber lo que es el amor, ni que se siente ser amado.
Muchas veces he intentado escuchar lo que me dicen, qué se siente saber que ya no se vivirá, pero luchar por tener un minuto más de vida para seguir sintiendo el cálido calor de unas manos emocionadas por el presente que aquel joven ha traído, qué se siente servir para dar aunque más no fuera un momento de alegría, de felicidad y hacer brillar un corazón hasta que los destellos se noten en los ojos.
Yo también quisiera poder tener ese noble fin, y sentir la calidez de unas manos que derraman emoción, y unos ojos que expectante me cuentan sus secretos.
Quizás... quizás mañana sea el momento, y la esperanza se renueve, y despierte con el corazón intacto y dispuesto a servir a su causa, y las ganas de seguir luchando por ser esa mirada que te dibuja en las estrellas y en las olas, y me siga a animando a cree que puedo ser feliz.