Jhon Deivy Torres Vidal

RECUERDO DESOLADO DEL SOL

Subía el sol hasta el último tejado

y bajaba su lumbre a cada sala;

cual un pájaro de fuego se posaba

en cada techo humilde y miserable.

Subía el sol para cantar secretos

 y susurrar las notas de su fuego.

Jugaba con los niños en los patios

y de ellos tostaba sus últimos mohines,

hablaba el sol con los ancianos lentos

y secaba el maíz para alimento,

los maníes y la soja blanca

¡No sé yo que mágicos enredos...!

Acompañaba en su llanto al que ha caído

en el juego brutal de los muchachos;

 acompañaba a aquel niño que solo

rompía palitos y gemía;

acompañaba a la muchacha inquieta

que arrebolada y quinceañera hacía

de sus vestidos doblegadas muestras

y dobleces coquetos en sus corpiños.

Besaba la entrepierna adormecida

de la dama cantora que encorvada

los cereales (bien o mal ) molía,

e iluminaba telarañas viejas

que en las viejas paredes se inmolaban.

 

Ahora el sol subió su tono rojo;

con más fuego y calor llega a ese pueblo,

pero no hay nadie,  ni siquiera un rastro

de esas personas que ahí antes vivieron.

Tan sólo quedan olvidados trastes

que el tiempo se encargó de esos despojos.

Y las casas fantasmas van cayendo

con el vértigo plomoso del olvido.

La bulla y los murmullos se aplacaron

y toda esa gente habrá migrado ...

o se habrá muerto.