emmanuel sèbrol

Mi casa, mi hogar, mi Mèxico.

Como un Cristo  en la cruz te veo día a día. con la cabeza caída, pero amplio, limpio y puro de espíritu.

 

¿Que hacen por ti quienes te tienen crucificado? no hacen más que darnos las condolencias y hablar de ti como un resucitado que no termina de morir.

 

Montados en corseles hermosos los he visto venir escandalizando, a procurar tu muerte cada seis años, un poco mas. Ataviados con linajes rojos y verdes, azules, blancos y amarillos,  los he visto silenciosos clavar en tu costado la lanza del destino.

 

¿y tu gente, que será de tu gente si de rodillas imploran clemencia por ti y no obtienen mas que pobrezas y mil palabras de aliento que dicen: ya pronto todo pasara?

 

escucho a los juglares y heraldos encargados de hacer saber al pueblo tu desgracia, los escucho y solo escucho como callan, con monedas de oro que enmudecen sus gargantas, doblegan el lápiz y ponen contenta a la imprenta.

 

ay México mio! no sabes cuanto me gustaría verte totalmente muerto, para enterrarte y luego resucitarte.