RICARDO ALVAREZ

DE TU PRESENCIA

 

¡ Amor ¡

Se me hizo urgente tu aliento a jardín florecido

en la cuna de la primavera.

Cuando vi el vacío entre mi pecho y el ombligo,

sentí mi hombro

con un dejo de descanso, y mi mano adormecida,

mi oído angustiado, y

mis costillas en parrilla con dientes como el caimán

y púas de carbón mineral.

La voracidad del tigre y el hambre del famélico

se despertaron juntos, al alba.

Con hambre de tu boca y apetito carnal  de tus labios.

La noche me había acosado,

mordiendo como perro rabioso mis entrañas,

Me amarró al espejo aniquilante,

me puso frente a la imagen de tu roja carne y la sed de húmeda sangre.

Quedé solo y temeroso,

como la piña tropical en el gélido invierno de un pico.

 

Hasta que el alma se encendió,

quemando con fuego el mar  y el agua.

Al llegar con tus trémulas manos de algodón

y dos guirnaldas en tus ojos.

Se me hizo la hora de la libertad.

En el segundo culmine de tu presencia.