Jaime20

AUN HAY TIEMPO

En la majestad de su infinita gloria
Se encuentra Jehová escribiendo la historia,
Confundiendo a los necios, los que andan por caminos torcidos,
Y dando a los sabios, los que temen su nombre, la victoria.

Sus ojos puestos sobre los justos,
Sus oídos atentos a sus oraciones;
Él mira de lejos al soberbio y al altivo
Y la oír su nombre temblarán las naciones.

Su diestra es poder,
Para siempre es su misericordia,
Sacó al pueblo de Israel
De la esclavitud que lo oprimía con su gloria,
Con su aliento dividió las aguas del Mar Rojo,
En su ira derribó a los egipcios a su antojo,
Hasta que no quedó de ellos ni uno,
El enemigo fue desolado;
Ese es el fatal destino
De aquellos hombres
Que siempre le han rechazado;
Allí será el lloro y el crujir de dientes,
Y aunque supliquen con llantos penitentes
Su clamor no será escuchado,
Por cuanto diste la espalda al Dios que quiso salvarte
Para andar ensoberbecido en tus maldades y deleites,
Por cuanto despreciaste la sangre del Cordero
Que por ti ha sido inmolado,
No tendrás ante El excusa,
No podrás decir: No lo sabía,
Nunca nadie me lo había contado.

Pero la solución aun está a tu disposición,
Aun puede aquel Dios grande y misericordioso
Dar a tu alma salvación;
Acércate a El, no lo rechaces,
Ya fue suficiente de ignorarlo,
Mira que El te está extendiendo su mano
Y dice: Hijo mío, no temas;
Yo siempre te he amado;
Por un poco de tiempo escondí mi rostro de ti
Pero ahora te he perdonado;
Aunque tus pecados sean como el rojo carmesí,
Yo los haré blancos como la blanca lana,
Y no tendré más de ellos memoria;
Sólo escúchame, inclina tu oído a mi voz,
Guarda mi palabra y mis mandamientos
Y yo salvaré tu alma de la condenación atroz,
Te llevaré por caminos rectos,
Llenaré tu alma de paz y serán
Tus días largos en la tierra,
Y por haber guardado mis preceptos
Y hacer lo agradable ante mis ojos
Yo te libraré de la condenación
Y te daré en el día postrero vida eterna;
Yo soy tu Dios, quien creó los cielos y la tierra;
Mío eres, pues yo te formé en el vientre de tu madre,
Nadie más puede salvarte, no hay dios fuera de mí;
No hay otro fuerte, no conozco a ninguno.

Toma mi mano y no serás avergonzado;
Oye mi voz y el temor huirá de ti;
Nunca más estarás solo,
Porque Yo andaré contigo
Y serás para mí como la niña de mis ojos;
Nadie te arrebatará de mi mano,
Porque Yo soy mayor que todos;
No te desampararé, no te dejaré olvidado.

Volveos a mí y Yo me volveré a vosotros,
Venid a mí con lloro, clama a mí
Ahora que aun hay tiempo,
Porque si me confesares tus pecados
Fiel y Justo soy para perdonarte;
No despreciaré un corazón contrito y humillado;
Humíllate ante mí en lo secreto
Y en lo público serás exaltado,
Teme a Jehová, porque soy el único
Que puede salvarte,
Para eso envié a mi Hijo Jesús,
Para que por su sangre fueseis limpiado;
Acepta a mi Hijo Jesús como tu Señor y Salvador,
Porque no hay otro mediador entre Dios y los hombres,
Sólo a través de Jesús vendrás al Padre
Y verá tu alma la salvación,
Entonces verás cuan bueno es temer a Jehová
Y verás la diferencia entre el justo y el malo;
El que sirve a Dios y el que no le sirve.