Óscar Cortés Tapia

GRACIAS, PADRE

Gracias, Padre,
por la mano sabia que me encuentra,
que me acaricia bajo la sábana;
por la voz que repite mi nombre,
desnudo y simple;
la voz que lo blande como espada firme,
que lo ondea como bandera invicta,
frente al ancho imperio del sueño;
gracias por los ojos que me levantan del polvo,
a mí, Adán del desaliento;
por la sonrisa que me da pies flexibles,
que pone ánimo en mis tendones;
por la palabra que me embona
con este sillón,
con este abrazo,
con esta sospecha de lo eterno

Tetepilco, D. F., 31.12.10