ildo

Que no se ponga el sol

Que nunca acabe este día
diminuto relojito de sol,
                    ¡no oscurezcas! 
déjame lejos del dolor
 y la agonía,
no palidezcas alma mía
cuando no palpite mi corazón

 

No, no anochezcas oh día
mis palabras ya no evocan lo que siento
canta el gorrión en tu cama de cemento
y me arrolla el tumulto por despistado.

 

                                  ¡Estoy asustado!

 

Sí, yo quiero del poniente, un salvoconducto
una prorroga misericorde y humilde
para vivirla estos últimos minutos
cuando la mariposa  su capullo termine
silente, bajo el sol incandescente
del mes de abril.

 

Que nunca acabe el día
tampoco tu ¡oh reloj de arena!
que hoy te llevaré a una playa
aunque sea por propias fuerzas

 

¡Que del sol los destellos no fenezcan
y que las nubes no queden sin rocío!
Pero la noche se precipita violenta
y yo sin refugio para guarecer…