Alejandro José Diaz Valero

Dos cuentos, dos historias...

AMARILLO Y NEGRO (cuento)

 El sol aquella mañana había derramado sus rayos amarillentos por los campos y los bosques. Su tibia luz se fue dispersando por todo el paisaje, mientras el sol a lo lejos continuaba su rotación por el ancho cielo; mientras los rayitos estaban como unos niños que juegan en un parque, ante la mirada vigilante de  los padres que observan sentados en una banca distante.

Al llegar la tarde, el sol comenzó a recoger sus rayos para retirarse, pues el día había terminado. Todos sus rayos regresaron a él, excepto uno que quedó enredado en la espesura de un bosque, donde los árboles frondosos y los tupidos arbustos, no dejaban espacio para la entrada de luz, aún así el travieso rayito logró entrar, pero ahora tenía dificultades para retirarse.

El rayito estaba tan cansado por el esfuerzo que había hecho para salir del bosque, que quedó casi desmayado, mientras afuera el sol recogía el resto de sus rayos y esperaba con impaciencia al rayito extraviado para emprender su tibio viaje de regreso.

Entre la espesa arboleda anidaba un valiente turpial, el cual al observar la difícil situación en que se encontraba el rayito de sol luchando con las sombras del bosque, decidió intervenir para ayudar al rayito a que saliera de allí y fuera a reunirse con el sol.  Fue una dura batalla, el pobre turpial agarró con su pico al rayito de sol, pero las sombras del bosque los bloqueaban para impedir que salieran, y el rayito casi apagado seguía allí aferrado al plumaje del turpial para ver si lograba salir de aquel bosque. Por fin el turpial logró salir, llevando en su plumaje al rayito de sol y parte de las tinieblas que se aferraron a él para impedir que escapara.

Por eso desde aquella tarde, siempre verás al turpial volando con su plumaje amarillo  y negro, volando alegre entre los rayos del sol y la oscuridad del bosque, recuerdo de aquella tarde en que lo vieron batallar, marcando su vida para siempre.  

*****

PARTICULAR HISTORIA SOBRE CUENTOS

Este era un mundo donde el cuento no existía, la fantasía literaria no se conocía; los niños no tenían la oportunidad de dormirse escuchando esos relatos infantiles que tanto les gustan hoy día.

Era un mundo sin mucha alegría; hasta que un buen día a alguien se le ocurrió escribir una historia fantasiosa para hacer creer cosas que no eran verdad…Cada  cuento era una nueva oportunidad de inventar hechos y personajes que servirían de punto de referencia en el mundo de las letras.

Fue tan impactante el invento, que hoy nos cuesta creer que el mundo una vez, existió sin cuentos.

 

¿Quien hizo el primer cuento?

Alguien que creyó en la fantasía

¿Quien hará el último cuento?

Eso no lo sabemos todavía.

 

Por eso yo con ese argumento

Escribo y escribo cada día

Pues la vida misma es un cuento

Solo que a veces el final se desvía.

 

Crea amigo, tu propia Hada

Y has  gala de tu intelecto,

Ponle a tu imaginación un par de alas

Y podrás escribir tu propio cuento.

 *****