Luis Rayo

EL ÁNGEL

 

Las trompetas de fuego anunciaban

al Ángel de las bondades que bajaba a consolar.

 

Era el glorioso guardián de los fieles rezos

que escuchaba a los que veía implorar.

 

Del cielo bajó, entre las blancas nubes

como médico de almas para iluminar.

 

Y en sus manos, un corazón

destrozado y otro por reparar.


Latía el corazón de piedra,

más negro que rojo, más triste que alegre.


Latía el corazón de humano

más vivo que muerto, más lleno de encanto. 

 

Pues de un soplo divino

le volvió la fe al caído enfermo.

 

Y las alas del Ángel derribaron

de las mentes carcomidas a las tempestades.