Angel Valles

POSTALES DE LINCOLN (NEBRASKA)

 

 

Un viento helado te aprisiona el alma.
Tus rizos dorados se mecen y astillan la cara.
Es la geografía melancólica que danza en tu mirada.


Salpicada de una lluvia muy triste.
Sentada y sola en tu sillón de siempre, miras
como el otoño tiende su alfombra grande de hojas.


Desde un radio lejano, milagrosamente una melodía se derrama.
Es Garth Brooks: “-damn this rain and damn this wasted day..!”
Impunemente el viento mueve las cortinas
con violencia en las ventanas.
Cierras los ojos y en los tres segundos en que suspiras
se te humedecen unas ganas...


Dentro, muy dentro en la sala
bajo la falsa luz de un candelabro:
videos, fotos y reconocimiento en medallas.
John -tu esposo- muestra la serpiente en el brazo
tatuada y la herida (talento de una bala),
que recién trajo de Irak, a Karl -tu hermano menor-
(quien sueña con ser estrella de cine o de base ball,
o sólo quizás un excelente pianista)
y a Henry Joe -amigo, el mejor-
(quien nunca lo escucha y siempre cerveza en la mano,
ahora se le incendian el cigarrillo y las dudas frente al televisor,
cuando te mira a través de la distancia cuidadosamente tangencial.
Manosea unos recuerdos y luego solo dobla una revista...)


Relámpagos y astillas.
Con todo tu cuerpo salpicado por la ventisca,
llegan pensamientos (como pájaros) que golpean
en tu memoria, siempre de paso -como los sueños-


Sonríes y tus poros de mujer jadean en cada pedazo
de tu cuerpo mojado, y te vas ensanchando a raudales...
Piensas que el sol debe estar hecho de palabras enormes.