Alexander Vortice

OTRO DÍA PARA MORIR

Alguien dijo que el miedo era tan rígido

como una basija llena de oro y mirra…

Así fue que mis bajas pasiones decidieron

volarse los sesos y los versos.

 

Hoy no puedo hacerlo:

Permíteme morir mañana;

ten compasión de mi ceguera

y consiénteme vivir un día más

en este mundo de sal, polvo cáustico

y hombres desprovistos de hombría.

 

Hubo un siseo que añadió malestar al mundo.

Yo –lo reconozco- preciso que me cedas

un día más para dejar clara mi postura

hacia los necios, los hijos de mil madres

que durante años me robaron la inocencia.