Alejandro José Diaz Valero

Carta re-editada

Hoy te escribo esta carta. Sí ya sé,  tal vez no la esperabas, pues soy poco dado a escribirte cosas así. Tal vez todas esas cosas que tenga que decirte, para mal o para bien, ya las hayas escuchado anteriormente, quizás hasta textualmente, pero que le voy a hacer, así son las palabras; a veces es preciso repetirlas cuando el mensaje que se quiere dar, es el mismo.

Esta carta lleva en si misma un mensaje añejado que se niega a morir en el olvido, podría fácilmente decirse que es una nueva edición de un viejo libro cuyos ejemplares se extraviaron sin haber sido leídos.

Espero la puedas leer con detenimiento y puedas tal vez pensar que en realidad dichas letras te son familiares, no sé,  tal vez tu memoria te haga una mala jugada y tal vez pienses entonces, que esta carta es completamente inédita.

Las cartas deberían ser así, un solo emisario, un solo destinatario, pero desgraciadamente no siempre es así, y esta vez podrás comprobarlo.

Me voy, las cosas no resultaron como las planeamos, hubo muchos sueños y pocas manos para agarrarlos, hubo tantos proyectos, y tan pocos recursos para ejecutarlos.

Nada me debes, nada te debo, sólo hicimos un alto en el camino para dibujar una oportunidad que se desdibujó con el tiempo, el pincel de la tarde no pintó arreboles porque algunas nubes negras se lo impidieron.

 Adiós ilusión, adiós sueño de mi corazón…Al morir el intento ilusorio, aquellos sueños se fueron con él; por eso no me queda más que despedirme y pedirte perdón.

 

Atentamente,

El mismo muchacho aquel.

 

P.D. Si en realidad te resultaron familiares las letras de esta misiva te diré lo siguiente; no pude aguantarme, y te lo confesaré, aunque se haga más grande tu tristeza….

 

Ayer en el libro que me prestaste

estaba esta vieja carta de despedida,

esa que a tu “ex” nunca le entregaste,

por razones por  mi desconocidas.

 

Si, tienes razón, son tus propias letras

las que hoy yo quise utilizar,

pues vi en ellas tanta  belleza

que me resultaron dignas de re-editar

 

Perdón por esta inmensa osadía

de enviarle esta carta a su propio emisario

ni falta hicieron las letras mías

pues solo cambié el destinatario.

 

 Y es que fue tan idéntico el final

que para no entrar en diatriba

quise dártela de modo especial

y agradecerte que hayas hecho la misiva.

 

Ayer en el libro que me prestaste

hallé entre sus hojas esta carta escondida,

no sé si olvidada allí la dejaste

o es que acaso planeabas tú, la despedida.

 

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