YoKo

Un secreto

"Confía en el tiempo: es el más sabio de todos los consejeros."

Cicerón

 

A distancia mis amigas las nubes, a buscar formas incitan

mientras en reflejo sobre aguas, vanidosas al espejo se miran.

Aquella, coqueta simula dos labios besados a vuestra boca,

como suelos seductores que sobre humedad prevalece.

 

 

Sangran mis manos, los nudillos algo deshechos,

tiemblan al tacto, es que las rosas obsequiadas me lastimaron.

Sin cerrar el puño siquiera, no podré tocar mis instrumentos,

cierro mis ojos, evito salga en vals silencioso de mi llanto.

 

 

Entrecortadas respiraciones, me anuncian que el lamento me ha rendido,

me escondo entre los árboles, no deseo el Abuelo sollozar me vea,

solo las nubes mustias y quietas, esperan mi encargo,

tratando de consolarme como cuando niña, con recreadas representaciones

 

 

Estrujo mis labios y con la mano intento dispersar mi llanto.

No soy merecedora, ni siquiera a un triste recuerdo.

Mira las nubes, mis calladas, lloran y empapan mi ropa,

se trasluce mi silueta ya empapada, no importa, solo al viento pertenece,

 

 

Giros y giros con mi cabello al cuerpo pegado,

estoy llorando y no se nota, lágrimas y gotas,

un secreto de divinas pasiones,

uno que en vuestra vida no tiene permuta.

 

 

Mío Cello, con sangre a mis manos, tócame un vals taciturno,

Tchaikovsky besa mis labios, en círculos oculta mi desnudo mientras bailamos,

un “Vals sentimental” que acompaña en compás de mis dilatados,

devoción a vos en insignificante corazón.

 

 

Asonancias, ni siquiera vuestro paso oscila en bemoles,

no tengo el consuelo de cuando sea vieja, porque menguaré sola,

os irás primero, cuando a lo lejos observo vuestro entierro.

Cruel amoroso de mi diapasón, mi juventud os llevas entre los dedos.

 

 

Solo un pequeño secreto, uno que clama al silencio,

que llora en las noches cual cordero sacrificado,

un pasado, una imagen, todo por cuidar,

detrás del armario, ese es mi lugar, el recuerdo a la tumba de un enamorado.

 

 

 

Clavel Rojo

© Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados