Frente al mar, al caer la tarde serena,
en mi mente revivo los momentos
de un viejo amor, cual eco que resuena
el corazón, disipando tormentos.
Las olas susurran melodías lejanas,
de risas compartidas bajo el sol,
y caricias tiernas, casi profanas,
que el tiempo guardó en su profundo arcón.
El horizonte se pinta de nostalgia,
mientras el alma busca en cada ola
un reflejo de aquella perdurable magia,
que en mi memoria aún se inmola.
En cada grano de arena, encuentro un recuerdo,
un suspiro, una promesa al viento,
y aunque el pasado sea a veces lerdo,
este amor persiste, eterno