Un día de estos
cambiaré tu mundo:
serán mis sonrisas
tu sacrosanto alimento,
mis palabras compondrán
el mejor de tus sueños;
mis brazos habrán de ser
tu terruño, tu refugio;
mi piel, la prenda de gala
que apetezcas y la que mejor luzcas;
mis miradas serán la ruta
de tu andar sereno.
Hoy, solo dejo
que tus pasos se crucen
brevemente con los míos,
que tu risa me descubra
sin pedir ningún permiso,
que el tiempo paciente te hable
en susurros de mi nombre.
Un día trastocaré tu camino;
lo haré todo posible.
Por ahora, no quiero…