Luis Barreda Morán

Ecos del Vacío

Ecos del Vacío

Te añoro con callada desesperación, aunque el calendario siga girando sus hojas sin pausa ni compasión.
Observo la fría piedra lunar atrapada en tu mirada distante y silenciosa.
Siento una espina clavada en mi corazón, que floreció en la grieta de tu ausencia.
Aguardo con paciencia el eco perdido de tu voz entre la niebla del recuerdo.
Mi esperanza se aferra a un hilo que el viento nocturno mece con indiferencia.

El destino juega cartas marcadas con dedos de ilusionista sobre mi piel.
Yazgo en un lecho de puntas afiladas donde la aurora tarda en aparecer.
Cada minuto es un siglo vacío sin el calor familiar de tu respiración.
La sombra de tu risa antigua cruza el cuarto como un fantasma de verano.
Mi alma cuenta las horas muertas en el reloj de arena de esta separación.

Aunque naveguemos juntos hacia la orilla de algún temporal inesperado,
aunque tú ofrezcas todo el amor que guardas en tus manos temblorosas,
mi sed oscura pide un río más profundo, un manantial de intimidad eterna.
Sigo en la estación desierta esperando el tren que nunca llega a su destino.
La lluvia lava los cristales mientras observo el camino que no recorres.

Me ahogo en la prisión diáfana de esta soledad, cuyos barrotes son de silencio y su cerrojo, de olvido.
Mi piel muestra cicatrices de batallas libradas en sueños contra la nada.
Ella me tiene atrapado en este juego donde no hay trofeo que conquistar.
Solo queda el vacío amplio de haberlo perdido todo sin dejar huella.
El silencio se expande como un lago negro bajo el cielo sin estrellas.

Te entregas sin reservas al mundo, repartiendo pedazos de tu esencia vital.
Ofreces tu jardín interior a extraños que pisotean tus flores delicadas.
Das la luz de tu alma a la tormenta, la esparces como semillas en el mar.
Quedas desnuda ante el frío, sin entender que el amor también es guardar.
Y yo no sé ya vivir en este mundo, estés presente o te hayas marchado.

—Luis Barreda/LAB
Milwaukee, Ohio, EUA
Diciembre, 2025.