Erika Mendoza

En la soledad del desierto de mis adentros.

¡Oh soledad, ansí me tratas!

que de lejanas tierras me has traído

para disfrutar de mi

y solo conmigo.

 

Me arrebataste del bullicio,

me tumbaste de mi nido,

¡gózame ahora malvada!

mientras yo disfruto un vino.

 

No quiero entenderte

ni espero de ti la comprensión.

Soy de ti, quien te entretiene,

tu eres de mi, mi perdición.

 

El intenso y profundo rojo del vino,

recuérdame la pasión de mi vivir desenfrenado,

ansiando de mi mar las olas,

vuelco mis lágrimas en un río.

 

Ahí,

en la soledad del desierto de mis adentros.