Tu insensible desdén me lastima
con ingrata apatía que hiere;
y me clavas puñal en el alma,
que tanto me duele.
Tu despiertas mis sueños dormidos
y me lleno de anhelos silentes;
al mirar en tus ojos su lumbre,
que tanto estremece.
Si contemplo tu estampa hierática
que me observa impasible y solemne;
por mis venas circula la llama,
que mi cuerpo enciende.
Me pregunto en mis noches eternas
si podrías un día quererme;
y amoroso llegar a mis brazos,
a darme tus mieles.
¡Si tan solo me amaras sin miedo
y tu amor encendiera mi vientre;
te juraba, postrada de hinojos,
amarte por siempre!
Autor: Martha Irene Sánchez
Managua, Nicaragua.