Lúa Betancourt

Arturo

Arturo me puso un vestido, 
ingrávido, como de novia; 
delicado al suspiro del viento. 

Por corredores brota el canto rojo de las hojas 
(atavío de colosales esqueletos), 
y como óleo derramado sobre el lienzo 
el color se extiende largo 
hasta el beso de la tierra con el cielo.  

Foto antigua en movimiento 
sol quieto y lejano  
mirando despertar una cara del mundo, 
sílfide sonrojada en noventa noches encarnadas; 
es el color del éxtasis. 

¿Quién, como el joven Lino, casi divino,   
muriera con la canción en el labio,  
y las lágrimas milagrosas de Gea  
sembraran un campo malherido?  

Es el tiempo del vestido de oro 
antes de la muerte blanca y fría…