Carlos Leyva

Eras como un recuerdo

 

Se me ha contagiado una leve paz.

Tiene más de anestesia que de calma.

Incrustada, contamina mis entrañas

con su imposibilidad creativa. 

 

Al que escribe y al que reza 

siempre habrá de dolerles algo.

—Ama hasta que te duela— decía

la Madre Teresa.

A mí ya no me duele nada. 

Hoy no hay nada que me pueda paralizar.

 

Eras como un recuerdo. 

Exhausta nostalgia que se apaga lentamente. 

Vive en cierta tarde en que escuché tu nombre. 

Hasta la nostalgia se me ha agotado. 

 

A mí no me duele nada.

Pero ya no puedo escribirte. 

Te has dejado de nutrir de mi vacío.

Mi vacío se quedó sin ausencia. 

 

Quizás eso sí me duele.