Por fin aprendí a leer
junto a mi maestra bella
que me recibe en la escuela
y es tan dulce como la miel.
Yo tenía el sueño de aprender
como todo niño pequeño
que sueña con libros y cuadernos
para sentirse grande también.
Ya no quiero mentirles más,
y aunque mucho me duela,
no tengo maestra ni escuela
pero lo del sueño si es verdad.
Ofrezco a todos mis disculpas
por haber dicho esas mentiras
entre ellas mi verdad aún sigue viva,
mi sueño de aprender no muere nunca.
Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela.