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Anonimato 2da parte.

 

‎Renací cómo una viuda,

‎única en su especie, 

‎inigualable,

‎impotente

‎Sentada en un trono de huesos,

‎obligada a besar a un sabueso.

‎Prohibida la entrada al infierno,

‎que arde,

‎en llamas como su entierro.

‎Humillada por sus pensamientos,

‎consumida por el dolor de su ira.

‎Explotó su corazón,

‎en intento de vencer el viento,

‎se comió su cerebro,

‎en intento de padecer de aliento.

‎No le falta nada,

‎porque murió con todo,

‎nunca se creyó con vida,

‎si cuando la muerte la vió,

‎la misma se asustó.

‎No se cree reina, 

‎más un martirio vivió en su mente,

‎medicada de depresión,

‎encerrada en un adiós.

‎CSB~