Federico Mendo Sánchez

LA ERIKA DEL MAR

Mar chalaco, qué solemne, noche y día la cuidaba,

del marino en su servicio, era grata compañía,

y por cosas no sabidas, todo el día allí estaba,

ella a todos por su nombre u apodo conocía

 

Era como \"marinera\", bien sabía la rutina

Erika era su nombre, todo el mundo la llamaba

también era \"tripulante”, una más de la marina,

que la noche calentaba y decía que te amaba.

 

Ella era amigable, le gustaban los marinos,

grandes, chicos, gordos, flacos, con cariño les hablaba,

nadie pudo interponerse en lo que eran sus caminos,

les gritaba con palabras que quemaban como lava.

 

Los marinos en su guardia, en la noche la esperaban

plaza Grau o el muelle e’ guerra, son testigos de mil hechos,

junto a Erika tuvieron lo que de ella imaginaban,

generaban los espacios que sirvieran como lechos.

 

Esos hombres que de blanco o de negro en su servicio,

que tuvieron cierto día algún tipo de experiencia

con aquella \"marinera\" contemplando algún solsticio,

rememoran lo ocurrido, vaya qué tal ocurrencia.

 

Ha pasado mucho tiempo, nadie sabe de su vida,

hoy sólo queda su recuerdo y los buques en bahía,

ella se marchó algún día y en su corazón anida,

los \"amores\" qué furtivos le alegraron cada día.