Dame de tu frescura,
dame de tu aliento.
Deja que tus cabellos se enreden en mis dedos,
que tu sonrisa dilate mi mirada
y que las odas se sorprendan
ante la belleza de mi amada.
Quiero que, cuando salgamos a pasear,
nos regalemos flores,
y que el cielo exclame: ¡vaya!
–qué enamorados corazones–.
Que las aves le hablen al mar inquieto
de nuestros besos,
y que lo profeso lo obligue a quedarse quieto.
Porque eres de esos amores
que se quieren intensos,
de los que se van volando
porque el viento se lleno de celos.
Keiry Diaz.