Se apaga lento mi fervor de estrella
dejando huellas en la arena oscura,
mi voz se quiebra, pero aún destella
un canto frágil contra la ternura.
Si ya no vuelvo, que mi sombra quede
como un suspiro en la memoria ajena,
y que mi nombre, cuando el viento cede,
sea sólo un eco que jamás condena.
El tiempo arranca lo que el alma esconde
y deja grietas en la piel del recuerdo,
mas en mi canto la esperanza responde
como un relámpago que arde en su acuerdo.
Cuando la bruma borre todo destino
y el horizonte se disuelva en la nada,
que quede libre mi último camino
como una llama que jamás se apaga.