La tarde es un adiós tibio y sereno,
un puñado de trinos apretados.
En la calle el correr del niño bueno
y el paso de vecinos apurados.
La tarde es un poema que se muere,
un pedazo de vida que perece.
Hay un silbo melancólico que hiere
desde el pino que el viento apenas mece.
La tarde se arrodilla entre la sombra
y rompen el silencio las campanas.
Nada queda, ni nadie ya la nombra:
duerme la noche en calles suburbanas.
La tarde, melancólica y tan mía
es recuerdo, un trozo de poesía.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.