Sobre las alas del tiempo he erigido
un monumento de lírica esencia,
más firme que el bronce en suma presencia,
más noble que el mármol ya consumido;
del Nilo hasta el Tíber ora extendido,
mi canto, portador de alta cadencia,
burla de los siglos esta inclemencia
y este yugo del polvo y del olvido.
No me someto al férreo destino,
pues mis versos, cual luz inextinguible,
trascienden este límite mezquino;
y mi voz, contra el poder infalible,
se alza cual faro en curso cristalino,
haciendo así lo eterno más visible.