Acuciando los tientos del verano
y a la sombra sutil de mis pensiles,
disfruté los perfumes más gentiles,
gozándolos como un sereno anciano.
¡Las veces que sus ramas podé ufano
y me adorné con sus rosas sutiles!
Para estiércol dejé los restos viles,
como hace el populacho, a un viejo humano.
Yo, ya, no espero nada de la gente.
Si no tienes sustancia, nada vales.
Lo tengo asimilado y soy valiente.
Nadie quiere al que no tiene caudales
para engordar el chorro de su fuente
Ya sabes: Tanto tienes, tanto vales.
Y yo?
Me marcharé un día, muy lejos madre,
sin que me vean los niños,
porque en mi vida no hay nada
digno de ser aprendido.
Y me marcharé cantado
una canción, sin reproches,
con una venda en los ojos
Me perderé entre las noches.