Sería quizá hermoso ir hacia atrás viviendo,
como alma que navega en proceloso mar
y arriba a edén eterno. Así, al nacer muriendo,
la travesía humana suavemente acabar.
Vejez, promesa firme de cuerpo floreciendo,
exaltada emoción por quién hemos de amar;
amor, ascua de esencia, que rejuveneciendo,
será pasión ardiente, ¡no puede fracasar!.
Encuentro con los padres, dulce surco marcado,
gozosa adolescencia, periodo idolatrado,
y jugando llegar al final del camino.
Anidarse en el seno de la madre, arropado
con calor de su carne y, en largo viaje alado,
unir el alma a Dios en el soplo divino.