Son las 3:15. He lanzado un puente invisible a través del espacio-tiempo, esperando que lo cruces con tu propia mano.
Si nuestros dedos se rozan en esta sincronía, esta breve y singular conjunción, por un solo minuto de éxtasis:
Tocaré la eternidad.
El propósito de la existencia se hará claro.
Veré el amanecer del tiempo.
Todo por la gracia de un minuto de felicidad.