Me gusta cuando
sostienes
mi cuerpo esbelto
entre tus dedos
y mojas mi pelo,
liso y enhiesto,
en la tinta negra.
Me gusta cómo
me haces
bailar
sobre la hoja en blanco.
Me gusta contemplar
los delicados trazos
que vamos creando.
Son tan expresivos,
a veces
temblorosos,
pero siempre
tan perfectos.
Me gusta ver
tu sonrisa
mientras trabajas.
Tu felicidad
me colma el corazón
de una inmensa
alegría.
Me gusta cuando
me lavas
con agua y jabón
para retirar la tinta
de mi cabello.
Me gusta cuando
me secas
para después
guardarme
en el estuche
de tela.
Me gusta estar ahí,
en la oscuridad absoluta,
donde empiezo
a imaginar
las próximas
formas imposibles
que tú,
al día siguiente,
convertirás
en
realidad.