Presurosa, la vi alejarse en el camino...
una lagrima incierta rodó por mis mejillas;
de repente, en un giro inesperado del destino,
regresó por la larga senda hasta mi orilla
Me preguntó: ¿Por qué escancias tus pupilas?
¿O es que acaso te duele tanto mi partida?
No, es la lluvia que cae... y no es mi grima,
jamás volverás a causar la huella de otra herida
Quiso hablar pero no le salieron las palabras,
confundida y triste dio media vuelta otra vez
y enrumbó por la senda larga y escalada
La vi alejarse hasta que sus pasos no escuché,
y su silueta se fue borrando en la ensenada...
Entonces, si... se me vino toda la lluvia al caer.