Estamos aquí.
Eso ya es un milagro pequeño.
La casa respira despacio,
las miradas se reconocen
sin decir demasiado.
Hay una alegría suave,
de esas que no hacen ruido
pero se quedan.
Extraño la Navidad de antes:
cuando todo parecía eterno,
cuando no sabíamos
que el tiempo también se pierde.
Duele un poco recordarla,
pero también nos sostiene.
Hoy no pedimos grandes cosas.
Solo que la vida sea buena con nosotros,
que los años que vienen
no nos quiten lo esencial,
que sepamos volver
a esta forma de estar juntos.
Que mientras exista una mesa,
una voz querida,
una luz encendida en diciembre,
sigamos encontrándonos
a pesar de todo.
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Rafael Blanco
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