Ivette Urroz

Fuera del experimento

No eran las correas de sabor saturado,

ni la válvula que solo cruza una vez.

El neumático no bastaba

para detectar su ciclo ovárico.

 

Una rueda mercantil: en su campo inercial

de alambres de residuos reactivos

donde las tijeras retomaban vitalidad en

un concierto sin testigos.

 

Y allí el paño que caía de espalda desde

la curva imprecisa de lo que agrada poco.

El dolor ruidoso en su ley de gravedad no fluía:

se acumulaba.

 

Un matamoscas en la cocina ejecuta un salto cuántico

y se desnuca.

 

Algo burbujeante de maromas de iones

y protones desaparece

a la velocidad de la luz,

sin dejar chistes ni botón de sus teclados.

 

Era el ultrasonido —no la urraca—

el que entregaba la nomenclatura química

mientras los tobillos dormían

fuera del experimento.

 

 

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Ivette Mendoza Fajardo

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