Quisiera darle homenaje
con este poema nostálgico
al dibujo de lo mágico
que me concede su herraje.
Don Gato y su pandilla,
¡mi niñez y su letrilla
de tardes y meriendas!
con Matute y reprimendas
a Cucho y sus amigos,
en el callejón perfecto
de Benito y los afectos
y otros gatos de testigos.
Demóstenes y Espanto,
los que faltaban en lista,
se acurrucan mientras tanto
se hace el verso con su pista.
Holgazanes y queribles,
felinescos y terribles.
Panza es olvido de muchos,
pero yo no quiero obviarlo,
no podemos a él dejarlo
en la puerta y con el chucho.
Voy llamando a la pandilla,
Cucho invita quesadillas.