Cuán en silencio he gozado
la presencia de tu ser,
ésa, tan linda mujer,
que en mi interior he buscado;
un dulce bien tan amado,
fuente de inmenso placer,
ese auténtico querer,
con pasión, tan venerado;
bella imagen celestial,
hecho de sueños y anhelos
propios de mi corazón;
rosa púrpura y cristal,
que se esconde entre los cielos
de mi infinita pasión...