Leo y fumo y bebo, apartado de todos,
En la esquina de un bar,
Las caladas al cigarro las doy como un hambriento al llevarse algo a la boca tras horas o días.
El humo provoca que las letras grises sean,
Este whisky, ron, o lo que sea me calienta el cuerpo,
Como esa primera vez al beber, que el extraño líquido penetraba en mi virgen sistema, como raíces expandiéndose.
Un verso, una calada, un verso, tomar.
Río en silencio, ¿Soy feliz? Quizás, el poema no da risa, pero río.
Estoy manchado con tantas cosas, ¡multiplícate, vaso, en pequeños cristales!