En el fondo del pozo
la luz parece mentira,
el aire pesa como piedra
y la vida se acurruca en un rincón del alma.
Allí he estado yo,
con los ojos abiertos
y el corazón deshecho,
mirando hacia arriba sin fuerzas
para extender la mano.
Pero incluso en la sombra
hay un hilo,
tan delgado que parece nada,
un soplo,
un canto de ave al amanecer.
Ese hilo me ha sostenido
cuando el cuerpo no podía,
ese canto me ha recordado
que el dolor no es mi nombre,
que aunque mi herida sangra
mi vida respira.
Si lees estas palabras
y sientes que eres tú,
mira a tu alrededor:
hay otros que también esperan la luz
y tu propia respiración
es ya un faro encendido.
No estás solo.
No estás sola.
El pozo no es eterno.
Hay salida,
aunque no la veas aún.
Antonio Portillo Spinola