Taimada inspiración que no eres mía,
te tenía como la respiración que emanaba.
Te fuiste quedando más delgada,
como una sombra fina,
como un suspiro entrecortado.
Ahora, el aire que respiras
no me pertenece, porque
creía ser poeta y resulté
ser un iluso que solo
ejerce la abstracta y estricta
tiranía de los versos,
conversos en la nada
del espanto y la belleza,
ligereza de las horas banales y triviales.
¡Qué justa es la vida!
Ahora que voy impuro, eres mía.
¡Qué injusta es la vida!
Ahora que deseo purificarme, eres lejanía.
Artera inspiración que no eres mía.
¿Dónde encuentro tu oración original,
tus íntimos rezos, tu sagrada rima?
Lejos, en la sutil
caída del ocaso,
cerca, en el latido
de consentida vida,
lejos, en el hermoso
valle onírico,
cerca, donde aún
se sueña todavía...
Jaher