Gabriel Hernán Albornoz

El olvidado por todos

El olvidado por todos

Siempre quise despertar de este sueño anestesiado

al cual me abandonó mamá una fría noche de cumpleaños,

de esa pesadilla que ya cumple dieciocho aniversarios,

del día que me dejó en este mundo, cueva de renunciados,

que asila tanta gente con latidos y déficit de cariño,

con más miedos que juguetes jamás regalados.

He visto como otros apenas nacidos

con padres sustitutos solucionan su desamparo

pero con un dedo, por su color o belleza son elegidos,

y yo con ellos creciendo, poco a poco los veo irse de mi lado,

mientras detrás de cada aurora espero llegue el mío

voy perdiendo las esperanzas del hogar anhelado.

Mañana seré mayor, no podré quedarme con estos niños

me llevarán a un hogar de mayores abandonados

que dicen es mejor, pero ya sin chances de graduarme como hijo.

Sé que no es verdad, es un lugar aún más olvidado

donde se pierden las esperanzas de ser un humano digno.

Mañana ya no querré despertar de este sueño amargo.

Atardece ya, y nadie vino hoy tampoco por mí a este hospicio.

Esta noche me beberé la vida de un solo sorbo

y con el cristal del vaso escribiré mi leyenda en el piso,

con mi sangre llamaré al padre de mis rezos sordo,

a leer esta historia sin historia, pero con final de olvido.

Llegó el Alba, por fin veo los ojos de un progenitor ajeno,

un padre todopoderoso, pero que en su perfección

se apiadó de su error, de su equivocación conmigo

y me llevó con él a su nido, promesa de creador,

donde ya no existe el desamparo ni el descuido,

ese que no entiende el ser humano juzgador

cada vez que va a adoptar a un niño.