William Contraponto

SegĂșn el Protocolo

No irrumpe con gritos ni con furia visible,

llega en el modo correcto, sereno, habitual;

en el día que avanza sin culpa ni conflicto,

en el orden que actúa sin parecer brutal.

 

Habita el reloj que jamás se retrasa,

el rito cumplido sin una pregunta;

la norma aceptada que todo arrasa

sin dejar señal, sin levantar disputa.

 

Es la palabra neutra, limpia, oficial,

que se lava las manos y sigue su curso;

no mancha el suelo, conserva lo normal,

con los cuerpos fuera del campo del discurso.

 

Lo estable no odia: clasifica.

No mata: permite que ocurra.

Administra el daño, lo explica, lo justifica,

y llama deber a lo que fractura.

 

Quien obra así no se piensa verdugo,

se piensa función, engranaje central;

y el mundo avanza, fiel al conjuro

de creer que lo esperado no es moral.