El alma herida, el pecho oprimido,
por el futuro incierto, y desconocido.
El miedo me abraza, con garras de acero,
y en cada paso, siento el desespero.
El dolor me invade, con fuerza brutal,
y el sufrimiento, se vuelve mi ritual.
No sé qué depara, este camino incierto,
y la angustia crece, en mi desierto.
Amar, una línea fugaz en el viento,
una ilusión vana, un dulce tormento.
Entregar el corazón, es un riesgo fatal,
porque el amor se esfuma, como un vendaval.
La soledad me acecha, en cada esquina,
y la melancolía, se vuelve mi vecina.
Anhelo encontrar, la paz interior,
pero el miedo me domina, con su cruel fervor.
Así, en la penumbra, sigo vagando,
con el alma rota, y el corazón sangrando.
Esperando un milagro, que me rescate,
de este abismo oscuro, donde el miedo late.